Duermes tirada en la mesa, alma libre de ojos claros. Orgullosa y vana, caprichosa y casquivana. Eres grande sucesora de esos otros faraones y, por eso, te permites la licencia de no atender a quien te busca e ignorarme con paciencia, alma libre de ojos claros. Duermes tranquilamente porque nada te perturba, solemne magnificencia.
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